jueves, 15 de septiembre de 2011

¿Que cargamos de más?

Tantas veces hemos sentido que ya no podemos seguir con la carrera. La meta esta muy lejos y simplemente parece inalcanzable. Nos sentimos cansados y preferimos abandonarla. Al fin y al cabo es más fácil sentarse a la orilla del camino y ver a los demás pasar.

“…Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar…”
Mateo 11:28

En una ocasión un niño pobre estaba sentado en una banca de una plaza mendigando por dinero para comer. La gente pasaba y nadie le hacía caso, todos lo ignoraban. Le respondían “Lo siento, no tengo dinero en este momento”. El pequeño solo decía “Gracias, que tenga un buen día”. Un día una señora se le acercó y le quiso dar algo al infante. Buscó y buscó entre su bolso, pero por la cantidad de objetos que cargaba no encontró lo que buscaba. La prisa le ganó, puesto que tenía que ir a trabajar y se fue. El pequeño logró esbozar “Señora usted carga tantas cosas de más que le es difícil encontrar aquello que en verdad necesita”.

Muchas veces tenemos tantas cosas innecesarias en nosotros que, cuando necesitamos algo, es tan difícil encontrarlo, preocupaciones, enojos y demás. Aquel bolso representa nuestro corazón y el pequeño niño a Jesús. Vivimos en un mundo lleno de angustias y prisas que inundamos nuestro órgano vital de basura. Jesús nos está pidiendo que le rindamos nuestro corazón, pero, ¿Qué le hemos de dar? ¿Pensamientos negativos?

¿Cómo hemos de encontrar amor entre tantos problemas? Si cargamos nuestro corazón de cosas negativas no podremos dar una palabra de ánimo a nuestro hermano, pues nos tardaremos en encontrar ese rayo de luz que ilumine la vida de los demás. No nos dejemos inundar de mal, más seamos faro y reflejemos el amor de Cristo en nosotros.

A veces algo debe terminar para que algo más pueda empezar. Debemos dejar atrás nuestra vida pasada, todo aquello que nos hizo daño, lo que nos lastimó, aquello que nos entristeció. Nuestro pasado debe quedar sepultado para que nuestra nueva vida en Cristo pueda empezar. Que podamos reflejar su amor como Él nos ha pedido. 

“…las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas…”
2 Corintios 5: 17

No puede haber un hoy a menos de que dejemos ir el ayer. No podemos vivir el presente si seguimos torturándonos por el pasado. Dios nos ha perdonado nuestros pecados, los ha echado al fondo del mar y ahí han sido olvidados. No miremos atrás por lo que hicimos mal, mas miremos de frente y contemplemos las maravillas que Dios nos da día con día para que las disfrutemos. No vivamos en lo que fue ni lo que será, sino en lo que es.

Escoger algo significa perder algo más. Escojamos amor sobre odio, paz sobre turbulencia, bondad sobre desprecio, bien sobre mal. Llenemos nuestros corazones de cosas positivas, de aquello que Dios nos ha pedido que seamos. Tengamos siempre a la mano una palabra de amor para quién nos pida aliento. Pongamos nuestras piernas para apoyar a los demás en lugar de ser piedra de tropiezo. No demos bofetada a quién pide una caricia. Aprendamos a cargar solo aquello que necesitamos para el camino. La meta es larga, pero llevando el equipo adecuado, será más sencilla.

Antes de despedirme les quiero hacer dos preguntas;

¿Qué llevamos en nuestro corazón que nos hace la carrera tan difícil y pesada?
¿Qué vamos a darle a los demás, amor u odio?

Muchas gracias por su atención, que tengan una maravillosa semana llena de amor.



jueves, 8 de septiembre de 2011

What are you going to do with your seed?


I will dare to say that we all know or at least we have the vague idea of the story of the feeding of the five thousand men.

“…Here is a boy with five small barley loaves and two small fish, but how far will they go among so many?...” 
John 6:9

After Jesus preached, the apostles suggested Him to dismiss the crowd so that they could go to rest and eat. He refuted them and they stared at each other for, what will they eat? Some scholars of the Bible affirm that in that moment there could have been between fifteen thousand and twenty thousand people. However at that time the apostles did not have more than ‘eight months’ wages. What use would they have for so many people?

Surrendering your gifts to the Lord is all what it takes to make a miracle. Couldn’t Jesus multiply the money they had to go and buy food? Is it possible that among fifteen thousand men, only one had food? It is not what we have, but what we are willing to put to God’s service.

We human beings often act selfishly, thinking to share our food to other turns unconceivable. I can imagine that a lot more persons had more food than five loaves of bread and two fish, but they kept them for themselves. After all, they had to eat. The little boy, out of his heart, offered everything he had to Jesus with faith, knowing that He would do something marvelous with it. I am confident that when we get to heaven, we will meet that little boy which faith was more than enough to feed a multitude.

Read please 2 Corinthians 9, verses 10 to 15.

“…Now he who supplies seed to the sower and bread for food will also supply and increase your store of seed and will enlarge the harvest of your righteousness…” 
2 Corinthians 9: 10

God does not care if we give a dollar or a million dollars. What He wants is that we have a heart willing to surrender to His feet. He wants us to give all what we are to be used in his perfect work. It is the heart and attitude what counts, not the quantity.

God provides the seed to the sower. Do not be afraid of what we are going to say to others. That is the Holy Spirit job. The only thing we have to do is give our life to Him and He will put the words in out tongues to sow the seed.

God will multiply the seed that we sow. According to the land were we sow, that will be the harvest we will get. It does not matter if the person believes right away or not. It is not our job to make it grow; the Holy Spirit will take care of that. God has His own times and He knows which the right moment to bear fruits.

God will increase the fruits of our righteousness. It is impossible to think about the seed without thinking about the fruit. At its time it will grow and we will be able to see what we sowed. That what we sowed, we will also reap.

That service which we have been called to do will bear many fruits. Primordially, I can assure you that God will supply our needs. Then, we will thank God and we will testify to others. Lastly, God will be glorified and the Church edified.

Christ is the seed. So as the seed has to die in order to develop itself and bear much fruit, He came to this world to die so that we could live. He became so that we may become. Do not keep the happiness of sharing God’s word. If we try to keep it, it will die; but if we share it, it will bear fruits and will be of great edification.

Before I leave, I want to ask you something;

What are we going to do with today’s seed?

Thank you very much and have a wonderful and fructiferous day.



¿Que harás con tu semilla?

Me atrevo a decir que todos conocemos o al menos tenemos una vaga idea de la historia de la alimentación de los cinco mil hombres.

“...Aquí está un muchacho, que tiene cinco panes de cebada y dos pececitos; mas ¿Qué es esto para tantos?...” 
Juan 6:9 

Tras la predica de Jesús, los apóstoles sugirieron que despidiera a la multitud a manera de que descansaran y comieran. Él les refutó y estos se quedaron consternados puesto ¿Qué iban a comer? Algunos estudiadores de la Biblia afirman que en ese momento pudieron haber sido entre quince mil y veinte mil personas. Sin embargo en ese instante los apóstoles no contaban mas que con doscientos denarios. ¿De qué iban a servir para tanta gente? 

Rendir tus dones al Señor es todo lo que se necesita para hacer un milagro. ¿Acaso Jesús no hubiera podido multiplicar los denarios para ir a comprar comida a los cinco mil? ¿Acaso es posible que en una multitud de quince mil personas solo haya habido una con comida? No es lo que tengamos, sino lo que estamos dispuestos a poner al servicio de nuestro Dios. 

Los seres humanos tendemos a ser tan egoístas que pensar en compartir de nuestra comida a los demás resulta inconcebible. Puedo imaginar que había mucha mas comida que cinco panes y dos pescados, pero la gente la guardaba para sí misma. Después de todo, ellos debían comer. El pequeño muchacho, fuera de su corazón, ofreció todo aquello que tenía a Jesús con la fe de que Él haría algo maravilloso con ello. Estoy seguro de que cuando lleguemos al cielo conoceremos al pequeño muchacho cuya fe fue suficiente para alimentar a una multitud. 

Lean por favor 2 Corintios 9, versículos 10 al 15. 

“…Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia…” 
2 Corintios 9:10 

A Dios no le importa si ponemos un peso o un millón de pesos. Lo que Él quiere es que tengamos un corazón dispuesto a rendirse a sus pies. Él quiere que entreguemos todo lo que somos para que sea utilizado en el engrandecimiento de su obra. Es el corazón y la actitud lo que importa, no la cantidad. 

Dios provee la semilla al sembrador. No tengamos miedo de lo que vamos a decir a las personas. Ese es el trabajo del Espíritu Santo. Lo único que debemos hacer es entregar nuestra vida a Él y Él pondrá las palabras en nuestras bocas para sembrar la semilla en los demás. 

Dios multiplicará la semilla que sembremos. Dependiendo de la tierra en la que sembremos será la cosecha que obtendremos. No importa si la persona se convierte en el momento o no. No es nuestra labor hacerla crecer, pues el Espíritu Santo se encargará de ello. Dios tiene sus tiempos y sabe cual es el momento indicado para hacer crecer los frutos. 

Dios aumentará los frutos de nuestra justicia. Es imposible pensar en la semilla sin pensar en el fruto. A su tiempo ésta crecerá y podremos ver aquello que sembramos. Porque de lo que sembremos, eso también cosecharemos. 

Este servicio al cual fuimos llamados tendrá muchos resultados. Primordialmente, les puedo asegurar que Dios suplirá nuestras necesidades. A continuación, nosotros daremos gracias a Dios y testimonio a nuestros hermanos. Al final, Dios será glorificado, y la Iglesia edificada. 

Cristo es la semilla. Al igual que la semilla necesita morir para desarrollarse y dar mucho fruto, Él vino a este mundo a morir para que nosotros podamos vivir. No guardemos la dicha de compartir la palabra de Dios. Si intentamos preservarla morirá, mas si la esparcimos, ésta dará fruto y será de gran edificación. 

Antes de despedirme les quiero hacer una pregunta; 

¿Qué vamos a hacer con nuestra semilla el día de hoy? 

Muchas gracias y que tengan un maravilloso y fructífero día.