Tantas veces hemos sentido que ya no podemos seguir con la carrera. La
meta esta muy lejos y simplemente parece inalcanzable. Nos sentimos cansados y
preferimos abandonarla. Al fin y al cabo es más fácil sentarse a la orilla del
camino y ver a los demás pasar.
“…Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os
haré descansar…”
Mateo
11:28
En una ocasión un niño pobre estaba sentado en una banca de una
plaza mendigando por dinero para comer. La gente pasaba y nadie le hacía caso,
todos lo ignoraban. Le respondían “Lo siento, no tengo dinero en este momento”.
El pequeño solo decía “Gracias, que tenga un buen día”. Un día una señora se le
acercó y le quiso dar algo al infante. Buscó y buscó entre su bolso, pero por
la cantidad de objetos que cargaba no encontró lo que buscaba. La prisa le
ganó, puesto que tenía que ir a trabajar y se fue. El pequeño logró esbozar
“Señora usted carga tantas cosas de más que le es difícil encontrar aquello que
en verdad necesita”.
Muchas veces tenemos tantas cosas innecesarias en nosotros que,
cuando necesitamos algo, es tan difícil encontrarlo, preocupaciones, enojos y
demás. Aquel bolso representa nuestro corazón y el pequeño niño a Jesús.
Vivimos en un mundo lleno de angustias y prisas que inundamos nuestro órgano
vital de basura. Jesús nos está pidiendo que le rindamos nuestro corazón, pero,
¿Qué le hemos de dar? ¿Pensamientos negativos?
¿Cómo hemos de encontrar amor entre tantos problemas? Si cargamos
nuestro corazón de cosas negativas no podremos dar una palabra de ánimo a
nuestro hermano, pues nos tardaremos en encontrar ese rayo de luz que ilumine
la vida de los demás. No nos dejemos inundar de mal, más seamos faro y
reflejemos el amor de Cristo en nosotros.
A veces algo debe terminar para que algo más pueda empezar. Debemos
dejar atrás nuestra vida pasada, todo aquello que nos hizo daño, lo que nos lastimó,
aquello que nos entristeció. Nuestro pasado debe quedar sepultado para que
nuestra nueva vida en Cristo pueda empezar. Que podamos reflejar su amor como
Él nos ha pedido.
“…las cosas viejas pasaron; he aquí todas
son hechas nuevas…”
2 Corintios 5: 17
No puede haber un hoy a menos de que
dejemos ir el ayer. No podemos vivir el presente si seguimos torturándonos por
el pasado. Dios nos ha perdonado nuestros pecados, los ha echado al fondo del
mar y ahí han sido olvidados. No miremos atrás por lo que hicimos mal, mas
miremos de frente y contemplemos las maravillas que Dios nos da día con día
para que las disfrutemos. No vivamos en lo que fue ni lo que será, sino en lo
que es.
Escoger algo significa perder algo más.
Escojamos amor sobre odio, paz sobre turbulencia, bondad sobre desprecio, bien
sobre mal. Llenemos nuestros corazones de cosas positivas, de aquello que Dios
nos ha pedido que seamos. Tengamos siempre a la mano una palabra de amor para
quién nos pida aliento. Pongamos nuestras piernas para apoyar a los demás en
lugar de ser piedra de tropiezo. No demos bofetada a quién pide una caricia.
Aprendamos a cargar solo aquello que necesitamos para el camino. La meta es
larga, pero llevando el equipo adecuado, será más sencilla.
Antes de despedirme les quiero hacer dos
preguntas;
¿Qué llevamos en nuestro corazón que nos
hace la carrera tan difícil y pesada?
¿Qué vamos a darle a los demás, amor u
odio?